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Elecciones en EEUU: La boda gitana de la democracia

11/6/2020

Estaba intentando evitar escribir sobre este tema porque me da PEREZA, pero en vista de la confusión generalizada que las elecciones causan en el europeo medio y de la cantidad de gente que me ha escrito para decirme que no entiende una mierda, he pensado que mejor os hago de corresponsal y os cuento la movida.

Antes de nada, decir que los inmigrantes no podemos votar en las presidenciales (aunque paguemos los mismos impuestos que cualquier ciudadano). Para poder decidir sobre el futuro del país es muy importante que estés nacionalizado, de lo contrario cualquier ingeniero superior con una carrera universitaria podría venir a decirte qué hacer con tu país y no queremos eso.

A esta hora todavía no estamos al borde de una guerra civil ni nada por el estilo. La situación aquí sigue siendo igual de aburrida y predecible que siempre. En Washington la gente estará manifestándose y tal, y en algún pueblacho un montón de paletos habrán salido a vigilar que cuenten o que no cuenten los votos, según interese, pero aquí todo sigue todo igual. Las ardillas estaban algo más activas de lo normal hoy, eso sí.

Los tres factores clave para entender lo que está pasando son: el sistema del colegio electoral, el voto por correo y nuestro naranja presidente.

El colegio electoral

Esto no tiene nada que ver con los colegios electorales en España aunque se llame igual. La constitución estipula que los ciudadanos, en vez de votar por el presidente, eligen a un "colegio electoral" en cada uno de sus estados, que después es el que vota para elegir al presidente. Cada estado tiene un número de asientos en función más o menos de su población. Los electores luego pueden, técnicamente, votar a quien quieran, aunque en la práctica apenas se desvían y votan lo que se les manda. 

En estas elecciones, se votan 538 electores que se distribuyen por estados como muestra el siguiente mapa. Esos electores emiten luego sus votos electorales en la asamblea de cada estado. Para poder ser elegido presidente en estas elecciones, un candidato necesitaría 270 votos.


Hay dos grandes diferencias con el sistema español:

1. El candidato que gana un estado se lleva TODOS los votos electorales de ese estado. Esto es así con la excepción de Maine y Nebraska, en donde usan su propia fórmula, porque nos gusta la originalidad.

2. El colegio electoral no es lo mismo que el congreso o el senado, solo se junta en cada estado y con el propósito de elegir al presidente. Luego se van cada uno a su puta casa.

La principal ventaja de esta arquitectura es que, al igual que todo el sistema político en los Estados Unidos, está diseñado para dar una estabilidad casi total al país, para bien o para mal. O sea, imaginad lo que tendría que pasar aquí para que un partido nuevo apareciera y consiguiera tener posibilidades reales de elegir a un presidente. Es todo tan estable que aquí andamos, eligiendo entre un señor blanco de 74 años y otro señor blanco de 77 para que lideren al país.

Sobre las desventajas del sistema, diría que ya las conocéis bien porque las sufrís en España: cada estado recibe un mínimo de 3 electores sin importar la población, con lo cual se calcula que hacen falta cuatro veces más votos para elegir a un elector en California que en Wyoming. Esto implica que, al igual que en España, las zonas rurales están altamente sobrerrepresentadas. No es que no haya estadounidenses de izquierdas, es que no viven en el campo. Por último, una ventaja mínima tiene un efecto desproporcionado, si ganas Nevada aunque sea por diez mil votos te llevas un buen cacho del pastel, y por eso veis esa guerra cruenta por contar hasta el último voto.

La mayoría de los estados van a piñón fijo y sus resultados cambian muy poco, pero hay unos pocos "estados bisagra" donde la gente es algo más voluble y las cosas pueden cambiar. Así que toda la actividad política se concentra allí. Este año eran Georgia, Nevada, Carolina del Norte, Pennsylvania, Arizona y Florida. Para conseguir que California votara a los republicanos habría que tener al estado asfixiado a impuestos, pobreza en cada esquina, una gestión deficiente de la infraestructura y políticos haciendo prácticamente nada mientras las catástrofes naturales destruyen el país, y nada de eso está pasando.

La liturgia del voto

En España, la jornada electoral funciona así: te levantas, paseas diez minutos hasta el sitio donde están las urnas, votas, te vuelves a tu casa y enciendes la tele a ver los resultados mientras piensas en cómo los americanos se lo montan tan mal.

Sin embargo, tenéis que tener en cuenta las siguientes diferencias:

1. Como os digo siempre, Estados Unidos es un país muy grande y en el que, además, la población está muy dispersa. 

2. Obviamente el estado no puede obligarte a trabajar en una mesa electoral bajo la amenaza de encarcelarte, cosa que nosotros vemos como supernormal e incluso saludable, así que la mayoría del personal son voluntarios reclutados por los condados y los estados, a los que pagan algo (unos $100 a cambio de su tiempo).

3. Obviamente el estado no puede obligarte a ir con un carnet de identidad a cuestas bajo la amenaza de multarte, cosa que nosotros vemos como supernormal e incluso saludable, así que en muchos sitios no hace falta ningún documento para votar o basta un papel con tu nombre y tu dirección (la factura de la luz suele ser suficiente). Os recomiendo ver la lista de requisitos por estado porque tiene su tela. En Alaska por ejemplo no necesitas ningún documento si el oficial de la mesa te conoce (me encantaría veros las caras mientras leéis esto).

4. Aprovechando las elecciones también se pregunta a la gente sobre cosas que les incumben, en lugar de pedirles que voten a alguien y se vayan a casa, con lo cual las papeletas son complejas y votar con cabeza requiere cierto trabajo. Por ejemplo, este año en California se votaban además trece proposiciones del ley.

5. Las elecciones son entre semana. Concretamente siempre son el primer martes de noviembre, justo entre la cosecha y el invierno para que la gente pudiera votar. Lo de que sea entre semana, aparentemente, es porque no querían que los sufridos trabajadores agrarios se desplazaran en fin de semana para votar.

Todo esto hace que votar por correo sea la opción más lógica y sencilla. Este año, por motivos obvios, mucha gente además ha preferido usar este método. 

Vale, hasta aquí todo bien. ¿Todo?

El problema es que cada estado regula la movida como quiere. En algunos sitios solo se cuentan los votos que se reciben hasta el día de las elecciones, pero en otros siguen recibiendo votos pasadas las mismas, con lo cual el resultado puede técnicamente cambiar después de la noche electoral. Por ejemplo, el Estado de California admite votos que hayan sido recibidos hasta 17 días después de la noche electoral, siempre que tengan el matasellos de antes. Esto no era un problema hace unos años, cuando lo hacían a la española: en cuanto se veía que era imposible que los votos restantes influyeran el resultado según una función estadística, se daba el resultado y a volar. Sin embargo, en unas elecciones en las que una diferencia de mil votos en un condado perdido de Nevada tiene a la nación en vilo, esto provoca cierta fricción.

Hay un problema más. Por algún motivo los demócratas votan más por correo. Así que en muchos estados clave se esperaba que el voto por correo pudiera darle la vuelta a la tortilla según se fuera contabilizando.

Si unes esto al tema de los estados bisagra, tienes una situación compleja montada, que podría ser simplemente eso de no ser por el último de los factores:

Trump

Siempre digo que es un error pensar que los políticos son tontos. Trump, a pesar de lo que pueda parecer, no es nada tonto y se olió esta tostada hace tiempo, así que se dedicó a hacer lo que habría hecho cualquier presidente de un país: sembrar dudas sobre el proceso electoral y cuestionar por adelantado la validez del voto por correo, por si se daba este caso.

La noche electoral salió de madrugada para reiterar sus acusaciones e intentar que se dejaran de contar votos en ciertos estados, porque ya más o menos tenían asegurada una victoria. Aunque suena grave, y lo es, no es ninguna sorpresa. Bernie Sanders lo predijo casi palabra por palabra hace días. Lo que pasa es que al poco rato los demócratas se pusieron en cabeza, y creo que la estrategia les salió rana. Si algo sabemos, especialmente gracias al coronavirus, es que las cosas en la cabeza de Trump deben de sonar geniales pero la ejecución técnica no suele estar a la altura del delirio.

El futuro

Todavía es pronto pero lo más probable a esta hora es que Biden acabe ganando Nevada o Pennsylvania, lo cual le daría los votos necesarios para convertirse en el cuadragésimo sexto presidente. Personalmente, me parecería raro que Trump consiguiera convencer a la gente o al Tribunal Supremo de que es más democrático dejar de contar votos que contarlos, por mucho ruido que hagan, pero cualquier cosa podría pasar. Lo que está claro a esta hora es que el señor no planea recoger y largarse, sino que va seguir dando la lata hasta que le acompañen a la salida. Igualmente os recuerdo que hasta enero no se construye la legislatura, así que hay tiempo para batallas legales, protestas y movidas. Espero por el bien de nuestra cordura colectiva que nada de eso ocurra pero no se puede descartar.

Si al final el señor naranja se sale con la suya, lo único bueno es que tendremos 4 años más de Trump y luego se habrá ido para siempre. Ahora mismo, casi me preocupa más que el trumpismo se enquiste y tener a un señor pesado en la oposición dividiendo todavía más al país. Biden, si finalmente gana, tendrá por delante la muy difícil tarea de reparar lo que años de populismo han roto.

Espero que no sea demasiado tarde. O pronto empezaréis a aprender cosas sobre otro país.

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